
La ciencia detrás de los afrodisíacos: ¿mito o realidad?
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Desde tiempos antiguos, distintas culturas han buscado alimentos, hierbas y brebajes capaces de despertar el deseo sexual. En la Grecia clásica se hablaba de las ostras, en China del ginseng y en los Andes de la maca. Hoy en día, seguimos viendo listas interminables de “alimentos afrodisíacos” en revistas y redes sociales. Pero… ¿cuánto de eso es verdad y cuánto es puro mito?
La ciencia ha investigado bastante el tema, y aquí te contamos qué funciona, qué no tanto y por qué, al final, lo afrodisíaco es mucho más una experiencia sensorial que un ingrediente mágico.
Afrodisíacos que sí tienen algo de respaldo científico
Chocolate:
El favorito de muchos y con razón. Contiene triptófano, que ayuda a producir serotonina, y feniletilamina, conocida como la “molécula del amor” porque se libera en el cerebro cuando nos enamoramos. ¿Te excita de inmediato? No. Pero sí mejora el ánimo y genera placer al comerlo, lo que puede predisponerte a una conexión más íntima.
Ginseng:
Usado en la medicina tradicional china desde hace siglos, varios estudios muestran que puede aumentar la energía y mejorar la circulación sanguínea. Esto, indirectamente, ayuda al desempeño sexual y puede potenciar la excitación en algunas personas.
Maca peruana:
Llamada “el viagra natural de los Andes”, se ha visto que puede incrementar la libido tanto en hombres como en mujeres, además de mejorar la vitalidad general. No es un efecto inmediato, sino que funciona más bien con el consumo regular.
Afrodisíacos que son más mito que realidad
Ostras y mariscos:
Su fama se debe a que son ricos en zinc, un mineral importante para la producción de hormonas sexuales. Pero ojo: comer ostras de vez en cuando no hará milagros, a menos que tengas deficiencia de zinc. La mayor parte del efecto es cultural… y un poco psicológico.
Bebidas alcohólicas:
Un poco de vino o espumante puede relajar y ayudar a soltar las inhibiciones, pero el exceso hace exactamente lo contrario: baja la sensibilidad, el rendimiento y puede incluso apagar el deseo. Así que no, el copete no es afrodisíaco, aunque pueda ser un buen acompañamiento social.
Entonces, ¿qué hace realmente afrodisíaco a algo?
La respuesta está en la cabeza tanto como en el cuerpo. La mayoría de los afrodisíacos funcionan gracias al efecto psicológico y sensorial: lo que esperamos sentir influye directamente en cómo lo vivimos. El sabor, el aroma, la textura y, sobre todo, el contexto en que los disfrutamos son los que realmente despiertan el deseo.
Un trozo de chocolate dado en la boca, un brindis íntimo, una cena con luces tenues y música suave… ahí es donde lo “afrodisíaco” cobra vida.
✨ Tip Rosado: Más que buscar el alimento mágico, crea experiencias afrodisíacas. Juega con productos que estimulen los sentidos: un aceite corporal con aroma a chocolate, un lubricante saborizado para juegos orales, o un splash con feromonas para encender la química desde el ambiente. Al final, lo afrodisíaco está en la complicidad y en la forma en que te permites disfrutar.